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jueves, 20 de octubre de 2011

FEDERICO NIETZCHE - LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO I

 
Las piedras, las plantas, los seres vivos…
A través de nuestros sentidos
contemplamos la gran diversidad de formas
de existencia que nos rodea; incluso
podemos contemplar imágenes de otros
planetas. Pero, ¿qué relación tenemos con
este mundo físico?
Hay dos formas de responder a dicha
pregunta. Por una parte, podemos contemplar
dicho mundo como si estuviera constituido
de múltiples parcelas, aisladas las
unas de las otras. Yo soy una parcela más,
y para vivir utilizo algunas de las múltiples
que existen. Por ejemplo: el agua (abro
el grifo y sale agua) o la energía que utilizo
para iluminar mi casa o para desplazarme.
Cada una de ellas, las observamos,
como si fueran un mundo diferente de las
otras. Por otra parte, nos podemos sentir
como si todo estuviera relacionado entre sí;
como si, a pesar de ser un individuo concreto,
formáramos parte de un todo.
Entonces nos sentimos integrados en la
naturaleza.
La primera forma de entender nuestra
relación con todo lo que existe corresponde
a la llamada visión mecanicista. La
segunda es una visión vitalista. Desde la
óptica mecanicista, la humanidad considera
el mundo como un instrumento a su
servicio, un pozo del que extraer recursos
sin parar. Y el ser humano se ve a sí mismo
como constituido por dos mundos separados:
el espíritu y la materia. Esta visión
fue desarrollada a partir del siglo xvii por
Galileo, Descartes y Newton, entre otros.

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